viernes, 15 de mayo de 2015

El Lechuguero, mítico personaje de Cabudare

José Natividad Cañizalez, es conocido popularmente en Cabudare como El Lechuguero

El Lechuguero recorre diariamente el centro

de Cabudare, para vender sus "maticas" curativas

Antes de despuntar la aurora, ya José Natividad Cañizalez Falcón, popularmente conocido como 'El Lechuguero', se preparaba para atender el huerto familiar.

Nacido en Humocaro Alto el 8 de septiembre de 1935, radicándose en Cabudare en 1951, cuando “los viejitos” (Aureliano y Juan Antonio) buscando un mejor porvenir decidieron tomar un autobús y comprar una casona (la Nº 21) en la calle San Rafael con Miguel Bernal.
                                     
José Natividad se enfrentó desde joven “al qué dirán” al repudio general por su comportamiento “indeseado” para la sociedad, pues se enteró en la pubertad, que su condición sexual no era de su simpatía.

Eran años duros para José Natividad, con el paso de los años, aceptó vivir entre la burla y el rechazo.

Conocedor del arte de sembrar

Estudió hasta segundo grado en Humocaro y a pesar que no le favoreció la academia, José Natividad conoce a la perfección las estaciones según la luna, recurso que aprendió para tener éxito en el oficio que habría de emprender.

Contiguo a su vivienda, comenzó cultivando lechuga cilantro, perejil y pimentón, entre otros rubros que vendía en el mercado popular de Cabudare.

Con el correr de los años, ‘El Lechuguero’ se especializó en la siembra de plantas medicinales y no había quien no lo visitara a la hora de un padecimiento.

Los boticarios de la época concurrían al huerto de José Natividad a adquirir parte de sus plantas, así como comerciantes de origen asiático que perseguían la mostaza y la albahaca, para la reventa.

“El Lechuguero” consiguió que un tío vendiera parte de sus cultivos en el antiguo Mercado El Manteco, dinero que utilizaba para la subsistencia de él y sus familiares directos. 

Entre lo curativo y la popularidad

José Natividad ya no cultiva por la edad, o mejor dicho, es poco lo que siembra para vivir, pero aun recuerda el agradable aroma matutino del romero, el poleo, el llantén, la artemisa, el malojillo, el oreganón y la yerbabuena.

Cuando se le inquiere si se casó alguna vez, responde tajante: Nunca.

Camina diariamente el centro de Cabudare y saluda a todo el mundo, pues es tan conocido como la plaza Bolívar y la ceiba en donde acampó el Libertador.

Texto y fotos:
Luis Alberto Perozo Padua
En Twitter @Luis Perozo Padua

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